Tres años después de las manifestaciones sociales chilenas de octubre de 2019, el punto neurálgico donde tuvo lugar la revuelta luce como un signo vacío, despojado de una imagen heroica y unificadora. El orden constituido no ha logrado restablecer ahí el relato oficial previo a las protestas. El “nuevo Chile”, u orden constituyente, tampoco ha sido capaz de reemplazarlo.