Las controversias en torno al evento deportivo más popular de nuestros tiempos son múltiples y diversas. Las principales se relacionan con los límites a los derechos civiles y los preocupantes informes internacionales sobre las condiciones laborales deplorables a las que fueron sometidos los trabajadores durante la preparación de la Copa Mundial de Fútbol 2022 que hoy comienza en Qatar, sede electa durante un período de corrupción comprobada en la FIFA.
Por Fuad Jamis Lagos (*)
Por primera vez, el torneo de selecciones por excelencia se realizará en Medio Oriente y hará su debut también en Asia Occidental. Será la tercera vez que se lleve a cabo en el continente asiático. Anteriormente tuvo lugar en Corea-Japón 2002 y Rusia 2018, aunque esta última solo ofreció una de 12 sedes en dicho territorio.
Ya fue polémica la elección del emirato como ente organizador: varias denuncias acusan a la delegación catarí de haber sobornado a, entre otros, Nicolás Leoz —entonces presidente de la Conmebol— para que sufragaran a favor de Catar como sede del evento deportivo más importante del globo. Mohammed Bin Hammam, antiguo presidente de la Confederación Asiática de Fútbol, es sindicado como el gestor detrás de la corrupción y las denuncias de cohecho, luego de que la FIFA decidiera darles a los cataríes la sede del torneo. Además del paraguayo Leoz, otros apuntados en el “Informe García”, escrito por el abogado, juez y funcionario del gobierno de EE.UU. Michael J. García y entregado a la FIFA en 2014, son Michel Platini y Nicolas Sarkozy, tras una reunión que sostuvieron en 2010 en el Palacio del Elíseo con representantes de la candidatura árabe.
El Estado de Qatar es un país monárquico de Medio Oriente cuyo idioma oficial es el árabe. Destacan sus leyes y costumbres regidas bajo la tradición islámica, dentro de la cual se inspira en el wahabismo como la base del gobierno y las normas de conducta. Dicha ley es una interpretación purista del islam, la religión oficial del estado. Los ciudadanos que no profesan esa religión deben cumplir las normas en la medida de lo posible, sobre todo en espacios públicos y de culto.
Ante la ola de turistas de todo el orbe que visitarán el país para el Mundial, la Secretaría de Relaciones Exteriores de Qatar enfatizó que el código de vestimenta debe ser acorde con las costumbres locales: consiste en “cubrir siempre hombros y rodillas en lugares públicos, incluidos museos, hospitales, cines, oficinas de correos y dependencias públicas”. Existen centros comerciales que tienen su propio dress code y prohíben la entrada a cualquier persona que vista con shorts, minifaldas o partes de arriba sin mangas, agregó el ente. Lo anterior incluye dejar a un lado la ropa “excesivamente reveladora” en lugares públicos.
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Otro ítem polémico es la venta de alcohol para los visitantes. Al estar regidos por la ley wahabi, los practicantes no beben alcohol bajo ninguna circunstancia. Por otra parte, las leyes de Qatar toleran el alcohol hasta una cantidad determinada. Los bares públicos y los clubes nocturnos solo operan en los hoteles y clubes más concurridos. Por eso, para una realización “normal” del evento y en vista de la convocatoria internacional, se ha informado que los asistentes podrán adquirir alcohol en recintos específicos, pero no consumirlo en la vía pública.
La bandera multicolor
Otro ángulo puntiagudo es lo que ocurre con la comunidad LGBTQI+. Mucho se habló sobre una supuesta prohibición por parte del estado catarí a portar y exhibir la bandera multicolor representativa de las comunidades de la diversidad de género. Sin embargo, fuentes de la FIFA han descartado esta posibilidad y afirman que se permitirán banderas de cualquier color dentro de los estadios del país. Qatar es uno de los lugares más difíciles para vivir o visitar para los miembros de dicho colectivo, lo que solo se comprobará una vez iniciada la Copa.
En ese marco, la UEFA comunicó en una misiva que se debatió “ampliamente” sobre los derechos del colectivo LGBTQI + y destacó que “se dieron garantías” de que los hinchas serán bienvenidos con todo tipo de banderas, de acuerdo con el respeto a la cultura y los hábitos locales.
El grupo de trabajo de la UEFA consultó a las autoridades del país organizador si el personal de los hoteles estaba informado sobre la necesidad de acoger a todos los huéspedes sin discriminación y obtuvo garantías de que así será, explica la carta de la UEFA.
Esclavitud en pleno siglo XXI
Desde el día de la elección de la sede mundialera, innumerables situaciones externas al fútbol han inundado de dudas la verdadera capacidad organizativa y responsabilidad para con los obreros por parte del estado árabe.
Human Rights Watch y Amnistía Internacional han sido las organizaciones más críticas con el avance de las obras, dado que los derechos de los trabajadores han sido vulnerados desde el comienzo de este proyecto. Sin los casi dos millones de personas migrantes que trabajan allí, sería imposible festejar la Copa Mundial de 2022 en Qatar. Hombres y mujeres provenientes en su mayor parte de África y Asia construyeron los recintos deportivos, las carreteras y los diversos sistemas de transporte, y serán también quienes se ocupen de la seguridad en los partidos de fútbol, transporten a los hinchas, los reciban en sus alojamientos y atiendan en los restoranes.
India, Nepal, Bangladesh, entre otros países de la región, proveen los obreros explotados bajo diferentes sistemas de esclavitud, como afirmó Amnistía. Entre las prácticas más usuales se encuentra el pago de comisiones a contratistas inescrupulosos, que pueden ir desde los 500 a los 4000 dólares, solo por el hecho de conseguirles un trabajo.
Las condiciones laborales en el desarrollo de las obras es otra gran preocupación para la comunidad internacional: los obreros comparten camarotes en habitaciones para ocho o más personas, muchas veces en condiciones insalubres y con sueldos de hambre pagados a destiempo. Todo esto ha sido visibilizado por el informe de Amnistía Internacional titulado “Qatar, la Copa Mundial de la vergüenza”.
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Algunos jefes contratistas no emiten ni renuevan el permiso de residencia a sus trabajadores, a pesar de que están obligados a hacerlo según las leyes laborales nacionales. Con estos documentos de identidad, los migrantes pueden demostrar que tienen permiso para vivir y trabajar en el país. Sin ellos, pueden ser arrestados, deportados o multados. Por esta razón, algunos de los obreros que participaron en las obras del Estadio Jalifa temían moverse más allá de la zona de obras o del campamento donde viven hacinados los operarios. Amnistía Internacional emplazó a la FIFA a que destine al menos US$ 440 millones para indemnizar a los trabajadores extranjeros que, según afirma, han sufrido abusos laborales en los preparativos de la Copa del Mundo 2022.
En una carta abierta enviada al mandamás de la FIFA, Gianni Infantino, la organización y un conjunto de otros grupos de derechos humanos afirman que el organismo superior del fútbol debe trabajar con el país asiático a fin de “establecer un programa integral que garantice que se reparan todos los abusos laborales a los que contribuyó la FIFA”.
“Cientos de miles de trabajadores migrantes no han recibido una reparación adecuada, incluida una compensación económica, por los graves abusos laborales que sufrieron durante la construcción y el mantenimiento de infraestructuras esenciales para la preparación y la celebración de la Copa Mundial en Qatar”, plantea la misiva.
Estas controversias, que tienen al evento deportivo bajo la lupa del mundo, harán que el Mundial sea algo más que un encuentro de diferentes naciones en torno a la pelota. Los auspiciadores y las organizaciones detrás del torneo lucharán por defender sus intereses en la —desde un principio— polémica Copa del Mundo Qatar 2022.
(*) Periodista deportivo.