La episteme de la Convención Constituyente

Muy pronto, los chilenos someterán a votación la propuesta de una nueva carta fundamental elaborada por 154 delegados electos popularmente. Pero, ¿cómo evaluar ese trabajo sin antes preguntarse sobre la forma en que las y los exconvencionales se aproximan a la realidad?

Por Cristóbal San Martín González (*)

En Argentina hay un viejo chiste político. El año ’72, de regreso a Buenos Aires, Juan Domingo Perón dio una entrevista a un medio español, que le consultó al exmandatario respecto a la correlación de fuerzas en su país. El militar argentino respondió: “Mire, en Argentina hay un 30% de radicales […]; un 30% de conservadores y otro tanto de socialistas”. Acto seguido, el periodista consultó por los peronistas. El general respondió: “¡Ah, no, peronistas somos todos!”. [1]

«La episteme de la Convención» vendría a ser el título academicista de «Cuáles son los fundamentos del conocimiento que respaldan las profesiones y los oficios representados en la Convención Constitucional», una etiqueta pomposa para describir las bases del conocimiento que estuvieron representadas en la CC. Es una pregunta que no interesaría sino a eruditos rechonchos. Sin embargo, creemos que es relevante si nos atenemos a la hipótesis de que el perfil epistemológico de una persona condiciona su pensamiento político. En otras palabras: «Dime cómo crees que conoces y te diré por quién votas» [2].

Para ello, el presente texto pretende llevar a cabo una lectura somera de los perfiles epistemológicos presentes en la CC: cuáles son sus bases del conocimiento y cómo creen los mismos exconvencionales que acceden a la realidad. Hacia el final del artículo, dicha lectura nos dará luces sobre (1) las concepciones teórico-filosóficas arraigadas y solapadas entre los representantes y (2) el hecho de que la mayoría de las profesiones, a pesar de sus radicales diferencias, son kantianas —he ahí la razón del chiste al inicio.

Para facilitar su descripción y análisis, utilizaremos de cabecera un texto crítico sobre historia de la epistemología del profesor Carlos Pérez Soto [3]. Y, como siempre, nos situamos en la redacción de la primera persona plural, para identificarnos como sujetos colectivos —nos.

Profesiones y oficios

Chile es un país muy jocoso y arribista: cuando nos conocemos, solemos presentarnos, primero, con nuestro nombre de pila, e inmediatamente después con nuestra actividad, profesión, quehacer u oficio [4] —sobre la cota mil, además, es requisito preguntar por el colegio de origen.

Ya que hablamos de las profesiones y los oficios, es menester hacer una breve radiografía de las actividades de las y los convencionales constituyentes, a fin de emprender posteriormente un análisis epistemológico.

Según la sección “Una Constitución para Chile” de Radio Biobío , la variedad de profesiones y actividades entre los exconstituyentes es tan amplia como variopinta [5]. Basta ver algunas cifras. Por ejemplo: 59 abogados, 19 profesores y 12 ingenieros. Sin embargo, hay también actividades únicas que no logran agruparse, como un agricultor, una machi, un emprendedor, etc.

Con todo, nuestro artículo pretende analizar posteriormente las bases epistemológicas de las profesiones representadas, razón por la cual —y por fuerza— debemos aglutinar bloques teórico-prácticos. Esto demanda una exigencia: ya no se trata meramente de un ejercicio descriptivo, sino de una síntesis profesional [6].

En esta tabla pueden descubrirse nueve macrobloques teórico-prácticos, cuyas actividades deberían orientar un análisis exhaustivo de las bases epistemológicas de la CC.

Abogacía66
Abogadas(os)59
Egresadas(os) de Derecho4
Licenciadas(os) en Derecho2
Ajedrecista-abogada1
Profesorado19
Ingeniería13
Ingenieras(os)12
Bioingeniero1
Ciencias Sociales y Humanidades13
Psicólogas(os)3
Sociólogas(os)2
Trabajadores(as) Sociales2
Asistentes Sociales1
Politólogo1
Licenciado en Historia1
Licenciada en Filosofía1
Geógrafa1
Comunicador1
Ciencias Exactas y Biología11
Matronas2
Veterinarias(os)2
Médicos2
Científicas(os)2
Enfermero1
Odontóloga1
Contador1
Periodismo6
Arte y creatividad6
Actor2
Diseñador2
Arquitecto1
Escritor1
Estudiantes3
Otros18

No obstante, es necesario fundamentar brevemente la agrupación teórico-práctica señalada, antes de que los buitres kantianos ortodoxos vengan a despedazarnos. Por lo pronto, las profesiones y actividades referenciadas son reales, mas la agrupación en nueve macrobloques corren por cuenta nuestra.

Primer bloque: Abogacía, 66 exconstituyentes. Este grupo es, sin duda, el más numeroso y mayormente disputado. No creamos que, por el mero hecho de estudiar la misma carrera, estos profesionales egresan bajo un alero epistemológico unificado. Al contrario: sus profesionales pugnan una ácida disputa gremial. Por estas razones, este numeroso colectivo debe servir solo como un bloque para el análisis.

Segundo bloque: Profesorado, 19 exconstituyentes con experiencia y trabajo acumulado directo en aula, vinculados con el proceso de aprendizaje y enseñanza. Es un grupo tan numeroso, y con prácticas tan significativas, que no puede asociarse fácilmente a otros bloques del saber.

Tercer bloque: Ingeniería, 13 exconstituyentes. Así es, tuvimos 13 ingenieros en la CC —también ñuñoínos. Cualquier explicación añadida está de sobra. Las y los ingenieros representan a un grupo particular, con metodologías y aproximaciones que difieren del resto de disciplinas.

Cuarto bloque: Ciencia Sociales y Humanidades, 13 exconstituyentes. Este bloque es el desordenado del curso [7]. Es un colectivo de profesionales muy heterogéneos entre sí, pero que usualmente destacan por su trato directo con y hacia las personas, con una epistemología cargada al servicio social y la humanidad como objeto de estudio.

Quinto bloque: Ciencias Exactas y Biología, 11 exconstituyentes. Pueden agruparse en lo que vulgarmente se conoce como aquellas disciplinas que tienen el “caballito de batalla” de una verdad exacta que debe develarse o descubrirse. Son profesionales de las ciencias naturales, exactas, matemáticas lógicas y biológicas.

Sexto bloque: Periodismo, seis exconstituyentes. Difieren escasamente entre sí. Por supuesto, poseen diferencias políticas, pero aquella brecha no está en discusión ni análisis en este documento [8].

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Séptimo bloque: Arte y Creatividad, seis exconstituyentes. Provienen de un arco vanguardista, el cual se inscribe en «el mundo de las artes y la creación”. Si bien esta agrupación puede parecer demasiado deliberada, y lo es, su conjunto se justifica meramente por su talante de constante ejecución creativa, una epistemología muy delimitada.

Octavo bloque: Estudiantes, tres exconstituyentes. No serán considerados para el análisis epistemológico, no solo por el número reducido que representan, sino porque las disciplinas que estudian divergen entre sí.

Noveno bloque: Otros, 18 exconstituyentes. No podemos agruparlos a causa de la heterogeneidad que representan. Por supuesto, algún avezado osaría repartirlos entre los bloques anteriores. Sin embargo, dicha labor analítica excede nuestro artículo.

Cuadro epistemológico

Para facilitar en análisis epistemológico, evocaremos cuatro momentos, más o menos consecutivos, en torno a la noción de Verdad. El primer momento lo denominaremos Momento 1 (M1), “la Verdad debe descubrirse”. El segundo momento lo denominaremos Momento 2 (M2), “la Verdad es constituida por el sujeto”. El tercer momento lo denominaremos Momento 3 (M3), “la Verdad debe calcularse”. El cuarto momento lo denominaremos Momento 4 (M4), “la Verdad no existe” [9].

Los cuatro momentos coinciden, aproximadamente, con lo que Carlos Pérez Soto concibe como un cuadro sintético del progreso en la filosofía del conocimiento, es decir, desde las epistemologías clásicas de la modernidad, pasando por la epistemología clásica de la ciencia, hasta la filosofía historicista de la ciencia [10].

El M1 (“la Verdad debe descubrirse”) coincide con las epistemologías clásicas de la modernidad, prekantianas, desde el racionalismo de Descartes hasta el empirismo de Hume. El M2 (“la Verdad es constituida por el sujeto”) coincide con la epistemología clásica de la modernidad, profundamente kantiana. El M3 (“la Verdad debe calcularse”) coincide con la epistemología clásica de la ciencia, hondamente decimonónica y objetivista [11]. El M4 (“la Verdad no existe”) coincide con las epistemologías historicistas de la ciencia, es decir, constructivistas. Con ello, podemos iniciar.

La Abogacía

De los 66 exconvencionales agrupados en el bloque de la Abogacía, podemos hallar una paradójica divergencia de momentos epistemológicos, es decir, se inscriben desde el M1 hasta el M2 [12]. Y esto porque el “derecho” es de las disciplinas más antiguas de la historia (desde el Código de Hammurabi y el Derecho Romano hasta la Teoría Crítica del Derecho [13]). Por esta razón, no será posible hallar una dirección única en la interpretación de estos exconvencionales en la ejecución del derecho dentro del espacio constituyente.

Pleno de la Convención Constituyente chilena. | Radio ADN

De hecho, nos atrevemos a decir que, de los nueve bloques concebidos, el de la Abogacía pretende una mayor amplitud epistemológica, sin un único centro epistemológico gravitacional. Así, hallaremos un núcleo de abogados hondamente kantianos (inspirados en el nacimiento de la república y la historia constitucional chilena del siglo XIX); tradicionalistas modernos prekantianos, ya sean racionalistas o empiristas, es decir, que basan su ejecución del derecho en lógicas subjetivistas; objetivistas, quienes se esforzarán por abocarse al sentido lógico de aplicar “al pie de la letra” aquello que la teoría dice (se trata de mentalidades más “científicas”); y progresistas, hijitos del constructivismo y la interpretación total del marco legal.

¿Es esto una desventaja? Por supuesto que no —al contrario [14]. Los exconvencionales pertenecientes a la Abogacía comprenderán la confección de la nueva Constitución desde diversos planos del conocimiento, algunos más explícitos que otros. Desconocemos, por supuesto, la proporción interna de dichos “momentos epistemológicos”.

Con todo, no es la profesión lo que estaría determinando el corte político ideológico del constituyente, sino la epistemología que yace solapada.

El Profesorado

La docencia, podríamos apostar, está atravesada por los M3 y M4, temporalidad que abarca desde mediados del siglo XIX hasta las postrimerías del siglo XX.

Podemos rastrear esta linealidad [15] en cualquier manual de historia de la educación chilena. Al respecto, Carlos Ruiz Schneider [16] identifica seis episodios en toda la historia chilena, desde la conformación de la naciente república hasta la transición democrática postdictadura. En ella, podemos trazar una zanja que divide en dos la historia epistemológica de la pedagogía republicana chilena: una primera fase de esparcimiento nacional estatal a lo largo del territorio (léase como la típica educación normalista), durante la segunda mitad del siglo XIX, y una segunda fase de masificación, desarrollo y modernización del Estado docente (léase como la democratización del conocimiento) desde la segunda mitad del siglo XX.

La primera fase, de corte kantiano-iluminista, consiguió educar a nuestros antepasados hasta la generación de nuestros abuelos: una pedagogía normalizadora, que tenía por objetivo esparcirse por todos los rincones del territorio nacional para llevar “la llama” iluminada de docentes que transmitían asimétricamente el conocimiento a los “alumnos”; una educación que buscó aleccionar en valores hegemónicos, positivistas y nacionalistas (el “deber ser” normativo). «La Verdad debía calcularse y transmitirse» [17].

Al respecto, no es ingenuo pensar que muchos de los exconstituyentes recibieron el influjo de esta educación normalista, homogénea, pasiva y asimétrica donde la voz del docente era “ley” dentro del aula. Muy probablemente, los mayores se posicionan en esta variante epistemológica, ya sea por haber recibido esta educación o bien por haber sido profesionalizados bajo tales condiciones.


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La segunda fase, de corte postkantiano-constructivista, logró educar a nuestros padres y a nosotros mismos: una pedagogía que, al negar la verdad como criterio objetivista, acentúa la construcción del conocimiento junto al “estudiante”; una pedagogía historicista, empapada de la disputa ideológica durante la Guerra Fría, la pedagogía crítica (léase Paulo Freire, en Latinoamérica [18]) y las formas heterogéneas de construir el conocimiento junto al “estudiante”, en total simetría. De esta época son los mayores experimentos de la epistemología pedagógica [19].

Al respecto, es posible inferir que las generaciones más jóvenes de exconvencionales docentes se han visto empapadas por estas ideas “más progresistas”, un influjo propio de la disputa ideológica y las tendencias críticas postkantianas. No se trata meramente de una pedagogía “más liberal”, sino de, al menos, dos tendencias antagónicas que forman a nuestros profesores desde mediados del siglo XX: una tendencia liberal versus otra social comunitaria, ambas constructivistas y presentes en la CC.

Seamos majaderos. Las tendencias mencionadas no condicionan necesariamente la postura política de los exconstituyentes (existen pedagogos profundamente positivistas tanto en la derecha como en la izquierda, así como los hay constructivistas liberales de derecha y constructivistas social comunitarios de izquierda).

La Ingeniería

Por fin, las ingenierías, las muy vilipendiadas ingenierías. Creemos que pocas veces en la historia tenemos la oportunidad de ver reiterarse tanto una profesión en puestos de poder, al mismo tiempo que son transversalmente objeto de mofa —la era posmoderna pertenece a la ingeniería.

Con todo, es relativamente fácil inferir que las ingenierías en general comparten un espectro epistemológico que recorre el M2 y el M3. A saber: se trata de una profesión kantiana y, relativamente, postkantiana. Sus verdades son o bien constituidas por el sujeto ingeniero o bien calculadas a la usanza de las ciencias exactas, objetivistas y con pretensión de verdad única.

De hecho, no es baladí para nosotros referirnos al triste desencuentro entre las ingenierías y las ciencias exactas: mientras estas últimas pretenden distanciarse de sus pares ingenieros, estos se esfuerzan por asemejarse a la física o a la química.

Ahora bien, ¿qué implica epistemológicamente que las ingenierías cubran el espectro del M2 y el M3? Básicamente, significa para nosotros que las y los ingenieros buscan atribuir su experticia y se quehacer al denominado “método científico”, tal como hacen las ciencias exactas, salvo que en el caso de las ingenierías este esfuerzo posee una piedra de tope: las ingenierías son hijas del siglo XX, mientras que las ciencias exactas o duras [20] tienen antecedentes que las remontan a milenos de antigüedad [21].


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A causa de su pretensión por parecerse a las “ciencias exactas”, las ingenierías están atravesadas de técnicas propias del “método científico”. Algunas de estas técnicas son el inductivismo, el convencionalismo (el método hipotético deductivo), el empirismo lógico y el falsacionismo, entre otras [22].

Nadie está criticando la postura epistemológica de las ingenierías. No obstante, resulta importante subrayar que un puñado de exconvencionales practica una profesión que se basa en metodologías «con pretensión de verdad», que no les pertenecen. Ya es debatible la postura de las «ciencias exactas», pero leer entre líneas que estas metodologías están presentes en una profesión que no tiene absoluto parentesco con las “ciencias exactas” deviene lisa y llanamente un punto crítico.

Siempre es recomendable interiorizarnos en las teorías que, a mediados del siglo XX, voltearon “la tortilla epistemológica”. No son nuestras estas palabras que ponen un punto crítico en las profesiones que abiertamente poseen “pretensión de verdad”, como las ingenierías, sino que es una advertencia de los mismos teóricos epistemológicos de la segunda mitad del siglo XX (léase a Thomas Kuhn [23]).

Habrá que considerar estos ribetes de pretensión en las lógicas de pensar y actuar de los 13 exconvencionales que portan el estandarte de las ingenierías: ¿puede un ingeniero hacer el trabajo de un abogado o un matemático? Absolutamente no.

Ciencias Sociales y Humanidades    

Este puñado de 13 exconvencionales resulta ser, junto con los artistas, el gran animador de la fiesta.

Salvo mínimas excepciones, las y los profesionales de las Ciencias Sociales y Humanidades habitan el M4, por lo que se inscriben, potencialmente, como más progresistas dentro de la CC. En su lógica, la verdad no existe, y como tal articulan una episteme constructivista e historicista, a la vanguardia de las creencias dentro de los criterios de verdad [24].

Según las mallas curriculares de estas profesiones y la llamada filosofía historicista de la ciencia [25], las metodologías efectivas de estas disciplinas orbitan alrededor de la deconstrucción como método, el constructivismo, la racionalidad práctica, la inversión epistemológica, el argumento histórico y la reconstrucción racional. Estos son algunos de los ejemplos recopilados y sistematizados por quienes habrían de teorizar a propósito de esta «voltereta»: Thomas Kuhn [26], Paul Feyerabend [27] e Imre Lakatos [28].

Un ejemplar de la propuesta de nueva Constitución. | Duna.cl

No es ninguna novedad que las facultades de ciencias sociales hace rato abandonaron el eslogan de «la verdad como objetividad». Este hecho de la causa, sumado al criterio historicista —e incluso marxista— y constructivista, provocó que estos 13 exconvencionales se abrieran a propuestas más osadas y refundacionales. El pensamiento dominante en las profesiones de las CCSS y las Humanidades converge con la revolución epistemológica que las sacudió a mediados del siglo XX, acompañadas por un quehacer sociocomunitario propio de corrientes izquierdistas durante la Guerra Fría.

¿Qué cabía esperar de estos 13 miembros? Lo hemos dicho: posturas refundacionales, roles progresistas, actitudes abiertas a la heterogeneidad y valoración de las diversidades.

Ciencias Exactas y Biología

Se trata de 11 exconvencionales, las y los «mateos» de la CC. Al igual como sucede con las CCSS y Humanidades, el bloque de «los científicos» parece bastante obvio y no merecería mayor detención o análisis.

Las CCEE y la Biología atraviesan, gruesamente, el M3: «la Verdad debe calcularse», pues existe y es objetiva. Sus metodologías son varias, todas orbitando el llamado método científico: el inductivismo, la inducción directa, la inducción progresiva, la inducción probabilística, el convencionalismo, el método hipotético deductivo, las hipótesis ad hoc, el falsacionismo y el empirismo lógico, entre otras. Básicamente, las premisas del positivismo decimonónico y, posteriormente, del Círculo de Viena [29].

No cabe duda de que, dentro de estas áreas, la Biología resulta la más inusual dentro de las disciplinas exactas. No obstante, hemos decidido aglutinarlas a causa de su parentesco histórico y epistemológico.

Ahora bien, ¿qué nos cabe esperar de estas profesiones? Varias personas se sentirán impulsadas a creer que estas disciplinas comulgan con posturas más conservadoras por su oposición artificial con las CCSS y Humanidades, mas creemos que no es el caso. De las CCEE y la Biología meramente se atiende un criterio de verdad objetiva, lo cual no diverge con actitudes progresistas en términos morales, por ejemplo. Más bien se trata de profesiones pragmáticas, las cuales pueden ver expresada su epistemología en posturas que pretendan zanjar debates lo más próximamente posible.

En este sentido, las mentalidades constituyentes que provienen de epistemologías objetivistas pueden haber servido como mediadoras entre otras profesiones (imaginemos a una científica mediando el debate entre dos abogados que sostienen posturas políticas antagónicas; es un ejemplo probable). Al ser un número reducido, las y los «mateos» de la CC proveyeron a la instancia una metodología práctica, ajustada a los tiempos y espacios disponibles [30] —según las condiciones objetivas y materiales, dirían los marxistas.


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Periodismo

Sin duda, el periodismo es la disciplina más compleja de encasillar en algún momento epistemológico. Sus rasgos y características perfectamente podrían ser parte del M1, M2, M3 o M4. Debemos ser honestos y transparentes cuando no es posible ubicar a una profesión dentro de un paradigma epistemológico específico.

Al respecto, un periodista perfectamente conseguiría acomodar sus lógicas a nociones prekantianas, propias del racionalismo o del empirismo, intuyendo una aproximación a criterios de verdad según pautas que se basan en las ideas o en la experiencia [31].

Sin embargo, tampoco sería extraño para nosotros encontrar uno profundamente kantiano, que se defina desde su condición de sujeto para constituir la noción de un objeto que depende meramente de sus categorías. No sería extraño, pues varias escuelas de periodismo se fundaron al alero de doctrinas kantianas durante el siglo XIX [32].

En tercer lugar, tampoco tendría que habernos sorprendido un convencional periodista que, en persecución de la verdad, matice sus actitudes y posturas en torno a un criterio objetivista. Muchos periodistas trabajan bajo el eslogan de que ellos «informan, no interpretan». Este es un típico mensaje de periodistas practicantes de un «fundamentalismo» positivista, el cual pretende contemplar sin «ensuciarse los pies». Se trata de periodistas que quisieran asimilar el positivismo en su sentido más puro [33].

Finalmente, tampoco tendría que habernos impactado encontrar convencionales periodistas que se abanderizaran solapadamente con epistemologías deconstruccionistas, historicistas y constructivistas. Existe una nueva camada de profesionales jóvenes que articulan la información junto a su postura personal, entendiendo que no se puede informar sin tomar posición en el asunto —seleccionando e informando, el periodista también se posiciona.

Arte y Creatividad

¿Qué duda cabe de que los artistas y creadores están ubicados en el M4 de la epistemología? Sus mentalidades, a causa de la creatividad y la imaginación, exceden los márgenes y criterios en torno a la verdad. El lema es «la Verdad no existe, está en disputa o debe crearse —constructivismo— post ejercicio deconstructivo».

Incluso, podríamos atrevernos a hipotetizar que las mentes creativas exceden los cuatro momentos aquí planteados, y que perfectamente podrían agruparse en un eventual M5, esto es, «la Verdad como la totalidad», incluida su propia negación (las filosofías de la dialéctica) [34]. No obstante, este análisis excede nuestro documento.


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¿Qué podemos esperar de artistas y creadores? Evidentemente, se trata de posturas epistemológicas de corte progresista, no necesariamente por actitudes izquierdistas o con acervo en el sentido de justicia social —aunque no son excluyentes—, sino porque el M4 (incluso el M5) de estos exconvencionales se ubica siempre a la vanguardia del quehacer teórico-práctico. Por lo tanto, sus actitudes y propuestas exceden lo establecido. Nos resulta de perogrullo qué esperar de ellas y ellos.

Palabras finales

«Dime cómo crees que conoces y te diré por quién votas», decíamos al inicio de nuestro documento. Esto significa: la base epistemológica de una persona como condicionante de sus posturas político-ideológicas, y ello es lo que se ha reflejado en el presente análisis [35].

Comenzábamos contando un chiste sobre la política argentina —»Son todos peronistas»— para explicitar que la mayoría de los exconvencionales tenían desde posturas kantianas hasta posturas postkantianas, esto es, toda la herencia de la modernidad. Somos hijitos e hijitas del siglo XIX y sus revoluciones técnicas y científico-filosóficas. Como conclusión, no es novedad, mas nunca ha quedado de manifiesto tan explícitamente.

Que describamos a los exconvencionales como epistemológicamente kantianos o postkantianos implica (1) que no hay vuelta atrás en el giro copernicano que inició el «tartarín de Königsberg» [36]; (2) que la revolución epistemológica iniciada a comienzos del siglo XIX ha permeado prácticamente todas las disciplinas; (3) que las fuerzas epistemológicas modernas han desplazado a creencias anteriores al periodo revolucionario [37]; y (4) que, independiente del resultado constituyente, las concepciones teórico-filosóficas continúan teniendo un rol preponderante en las posturas ideológicas de representantes políticos, a pesar de que se crea comúnmente que la filosofía es una disciplina alicaída [38].

Lo que hemos repasado brevemente ha sido una lectura muy somera de los perfiles epistemológicos presentes en la CC, sus bases del conocimiento y el modo en que los exconvencionales creen que acceden a la realidad. Sentadas las conclusiones, vale hacer una última mención importantísima. Nos llama la atención el preámbulo del borrador de la nueva Constitución:

“Nosotras y nosotros, el pueblo de Chile, conformado por diversas naciones, nos otorgamos libremente esta Constitución, acordada en un proceso participativo, paritario y democrático”. [39]

No existe nada más moderno —ni kantiano— que mesurar la propia libertad a partir de los límites mismos: la filosofía kantiana, en su cuestionamiento práctico, postula que los seres humanos y las sociedades se otorgan libertades no desde el mero libre albedrío, sino desde la autoimposición de un marco legal. Así, es libre no quien «hace lo que quiere», sino quien se pone reglas a sí mismo [40]. Nos lo dice Kant a través de su imperativo categórico.            

La era del «tartarín» ha pasado hace dos siglos. Creemos, por tanto, que debemos exceder y superar la epistemología kantiana, mas para conseguirlo es necesario, primero, atravesar las condiciones materiales y objetivas que la misma historia nos impone. Por eso, aprobar el texto postulado por la CC se convierte en un primer peldaño para progresar en los «momentos epistemológicos» y, quién sabe, acceder a nuevas formas del entendimiento humano y la convivencia social.

(*) Psicólogo, historiador y escritor. Autor de la novela La república de los angustiados.


[1] Es una anécdota ampliamente conocida, citada en este caso por Mariano Grondona. En La Nación, versión online, 13 de febrero de 2011.

[2] Cualquier reclamación, sugerencia o duda respecto a nuestra agrupación en nueve macrobloques es totalmente aceptada, y su confección está sujeta a posterior modificación. Nuestra clasificación no es definitiva; solo cumple su función de servir a un posterior análisis epistemológico. Aceptamos un café para debatirlo.

[3] Cf. Carlos Pérez Soto, Sobre un concepto histórico de ciencia, Santiago, LOM Ediciones, 2008.

[4] Sería interesante que alguien analizara el fenómeno chilensis de la identificación a partir de la propia actividad. Esto sería un análisis exhaustivo del quehacer como factor constitutivo de la propia identidad.

[5] Informe de Emilio Contreras: «Las profesiones y ocupaciones de los 155 constituyentes: varios abogados, actores y una ajedrecista”. En Radio Biobío, versión online, 20 de mayo de 2021.

[6] Hagámonos la idea de que volvimos al pregrado y, por fuerza, debemos dividir la CC en macro facultades de estudios.

[7] Varios nos incluimos en este grupo, por supuesto.

[8] En su momento, abundaron los artículos, programas de TV y reportajes que ahondaban y analizaban las diferencias políticas e ideológicas entre los convencionales búsquelos. Este documento se aboca a las diferencias epistemológicas, no políticas. Lamentamos lo majadero.

[9] Los cuatro momentos son de autoría nuestra, basados en el texto crítico del profesor Carlos Pérez Soto. Se aceptan modificaciones.

[10] Carlos Pérez Soto, Sobre un concepto histórico de ciencia, Santiago, LOM Ediciones, 2008, 21.

[11] Aquí ubicaremos el nacimiento de todas nuestras disciplinas modernas propiamente tales: la mal llamada «fundación de las profesiones y oficios modernos».

[12] Una verdadera “fiesta de monos” que no posee eje central del conocimiento ni un líder identificable.

[13] Véanse las conferencias del profesor Pérez Soto, y los textos basados en las mismas, a fin de obtener una visión histórica panorámica del derecho y comprender que su estudio no es en absoluto homogéneo: Carlos Pérez Soto, “Teoría Crítica del Derecho”, en YouTube, versión online, extraído el 29 de junio de 2022.

[14] Un reaccionario conservador nos diría que la heterogeneidad sí es una desventaja.

[15] Los historiadores del M4 detestamos achacarle una mera linealidad simplona al estudio de la historia y su temporalidad. No obstante, permítasenos por favor utilizar esta figura para simplificar la explicación.

[16] Cf. Carlos Ruiz Schneider, De la República al Mercado. Ideas educacionales y política en Chile, Santiago, LOM Ediciones, 2010.

[17] Carlos Ruiz Schneider, De la República al Mercado. Ideas educacionales y política en Chile, Santiago, LOM Ediciones, 2010, 41-81.

[18] Cf. Paulo Freire, Pedagogía do Oprimido, Rio de Janeiro, Paz e Terra, 1968 [manuscrito original].

[19] Carlos Ruiz Schneider, De la República al Mercado. Ideas educacionales y política en Chile, Santiago, LOM Ediciones, 2010, 83-121.

[20] Nunca nos ha terminado de cuajar esta idea nociva de «ciencia dura», como si existieran las blandas. ¿Qué carajo es una «ciencia blanda»?

[21] Cualquier manual mínimo de historia de la ciencia puede dar cuenta de ello: Cf. Juan José Saldaña, Introducción a la Teoría de la Historia de la Ciencia, México, UNAM, 1989.

[22] Carlos Pérez Soto, Sobre un concepto histórico de ciencia, Santiago, LOM Ediciones, 2008, 43-126.

[23] Cf. Thomas Kuhn, ¿Qué son las revoluciones científicas?, Barcelona, Paidós, 1989.

[24] Reiteramos: esto no necesariamente es un absoluto para todos los exconvencionales, pero sí para la gran mayoría.

[25] Carlos Pérez Soto, Sobre un concepto histórico de ciencia, Santiago, LOM Ediciones, 2008, 129-197.

[26] Cf. Thomas Kuhn, ¿Qué son las revoluciones científicas?, Barcelona, Paidós, 1989.

[27] Cf. Paul Feyerabend, Tratado contra el método, Madrid, Tecnos, 1981.

[28] Cf. Imre Lakatos, La metodología de los programas de investigación científica, Madrid, Alianza Editorial, 1983.

[29] Carlos Pérez Soto, Sobre un concepto histórico de ciencia, Santiago, LOM Ediciones, 2008, 43-126.

[30] Véase la postura de esta mentalidad epistemológica en manuales que se dedican a esta corriente: Cf. Carl G. Hempel, Filosofía de la ciencia natural, Madrid, Alianza, 1973.

[31] Carlos Pérez Soto, Sobre un concepto histórico de ciencia, Santiago, LOM Ediciones, 2008, 20.

[32] Cf. Thomas Kuhn, La revolución copernicana, Barcelona, Ariel, 1976.

[33] Cf. Alfred J. Ayer, El positivismo lógico, México, Fondo de Cultura Económica, 1993.

[34] Esta novedad podemos hallarla en las nuevas lecturas que se están haciendo hoy sobre la filosofía hegeliana, mas sus rasgos principales también se encuentran en Carlos Pérez Soto, Sobre un concepto histórico de ciencia, Santiago, LOM Ediciones, 2008, 209.

[35] La tesis presentada entre comillas es personal. Sin embargo, la relevancia de las bases epistemológicas en las ideologías humanas está ya altamente referenciada. Véase Cf. Harlod Brown, La nueva filosofía de la ciencia, Madrid, Tecnos, 1984.

[36] Así llamó Antonio Machado a Immanuel Kant en un poema.

[37] Se entiende por “periodo revolucionario” los procesos que tuvieron lugar en occidente entre finales del XVIII e inicios del XIX: las revoluciones emancipatorias en el continente americano, la revolución francesa y la revolución industrial.

[38] El mismísimo Stephen Hawking declaró que la filosofía había muerto: Agencia, “La filosofía ha muerto: Stephen Hawking”, en Vanguardia, versión online, 22 de septiembre de 2015.

[39] Josefina de la Fuente, “Nosotras y nosotros, el pueblo de Chile: Comisión de Preámbulo aprobó propuesta de texto y pasa al Pleno”, en CNN Chile, versión online, 26 de mayo de 2022.

[40] Cf. Immanuel Kant, Crítica de la Razón Práctica, Madrid, Alianza, 2000.

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