Por Felipe González Alfonso (*)
Estambre
Tras las verjas del camino
donde el polvo y la nieve se aglomeran,
en mi arte de la desesperación
(y entre arbustos),
las oigo susurrar:
Cielos rojos
Estambre
Aullidos.
Donde una nieve negra
se desliza
por el delgado arte
de la consumación,
en duermevela
me escucho confesar,
temblando,
algunas muertes.
Por mi arte aniquilado
y la nevada,
por ese niño que se ahorcó
junto a las verjas,
podría jurarlo:
oí pedir al inquilino
orquídeas
escalpelos.
Que no era bienvenido
al mundo real de los muertos,
le dijo el panteonero,
sin pensar en la ventisca
donde el otro acabaría
congelado,
siempre muerto,
por malas artes.
Con su ramo a cuestas.
Cada noche lee en voz alta
su tratado del espíritu.
Escucho tras los muros
durante horas
y anoto frases sueltas
del capítulo
sobre las disecciones.
Tras las verjas
y el vidrio empavonado
por la ventisca,
pasan uno tras de otro:
el versificador exánime
el inquilino
el constructor de monolitos.
El constructor de monolitos
dijo también: estambre,
alcancé a oír.
El polvo se aglomeraba
sobre la nieve.
Así llamaré
al manuscrito: estambre,
junto al fuego.
Enloquecido
por lo blanco de la noche
o por su arte de la inquina
acabó el versificador
al fondo del arroyo.
Su identificación decía:
Aullidos
Cielos rojos.
Soñé que escribía:
entre la fábrica
y el sanatorio,
sobre el barro y la nieve
hay un cristal,
sobre el cristal
dos o tres cabellos.
Octubre 2019
Cenizas
Nunca fue demasiado
nocturna la noche
ni la habitación
tan resplandeciente
como para llevar al limite
este arte condenado.
En buena hora,
gritó el vendedor viajero:
conseguí en el bosque
una bandada
de ruiseñores calcinados.
Todo el azar del mundo
te ha hecho su víctima,
todo el azar del mundo
esta noche sin corazón.
Un arte en llamas,
pensé al verlo llegar,
merece al menos
la larga sombra
de un monolito.
Y el hermoso tapiz blanco
sobre el bosque.
Sin la menor arruga.
Era el manto
de su propia ceniza.
Pintaré aquí mi retrato
en el invierno de esta casa
junto a mis animales.
Noviembre 2019
El asesino
Pintaré aquí mi Retrato en el Infierno
Entre los árboles tiznados
Junto al derrumbe de tu casa.
Mi hogar
ya no es el tiempo
Dijo finalmente
el asesino
y bajó caminando hacia la aldea.
Enero 2020
(*) Santiago, 1980. Autor del poemario Los zapatos de gamuza. Crónica de la muerte de Luis González (2014), publicado en Polonia como Zamszowe buty (2017), y de la novela El Faro (2020), premiada en los Juegos Literarios Gabriela Mistral 2019. Ha sido reseñista en los medios virtuales Revista Intemperie, Letras en Línea UAH y La Juguera Magazine.