Por Ángel Muñoz Lavalle (*) y Antonio Muñoz Lavalle (**) | Coedición de estilo: Camila Aliaga
A medida que crecemos, interiorizamos la ilusión de que todo existirá para siempre. Con la seguridad de que las cosas son fácilmente reemplazables, un ritmo de vida acelerado y la idea de que el crecimiento económico es infinito, hemos cerrado los ojos ante una certeza ineludible. Como dice Ramon Bayés en su texto Psicología del sufrimiento y de la muerte: “En un mundo de jóvenes, guapos, blancos, ricos, triunfadores y sin caspa, de consumidores compulsivos de cremas solares, discos y automóviles, la muerte —el fin del consumidor— es algo que no encaja” (1998, p. 8).
Sin embargo, la pandemia ha cambiado nuestro vínculo con la muerte. Ahora tenemos la sensación de que está más cerca que nunca, como manifiesta la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie en su libro reciente Sobre el duelo: “El virus acercaba la posibilidad de la muerte, la normalidad de la muerte, pero subsistía una apariencia de control […]. Con la muerte de mi tía, esa idea de control se esfumó” (2021, p.97). Es así como el duelo, aquel proceso emocional que vivimos cuando se ha producido una pérdida, nos permite reflexionar no solo sobre lo perdido, sino también sobre lo vivido.
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La cultura pop de nuestra época nos tiene acostumbrados a otro hecho: los superhéroes no mueren. Si bien hay algunas excepciones en el universo cinematográfico de Marvel, como la Viuda Negra o Iron Man, esta no es la regla general. Para las grandes editoriales de cómics, la muerte no es un concepto permanente. Tenemos muchos personajes icónicos que han regresado a la vida: Superman, Capitán América, Jason Todd (Robin), Wolverine, Elektra, Barry Allen, Jean Grey y un largo etcétera.
Es más común que la muerte se presente en los personajes secundarios; civiles, amigos o familia que rodea a los superhéroes. Como regla general, los personajes que tienen gran importancia para las editoriales y que han permanecido muertos son muy pocos. Por esto, hemos seleccionado una obra icónica de Jim Starlin, La muerte del Capitán Marvel, publicada en 1982. Se distancia de los tebeos de su género a los que estamos acostumbrados, porque no se trata de batallas épicas para salvar ciudades, intrigas para combatir mentes criminales o de un sacrificio personal para evitar desastres cósmicos. Por el contrario, es una historia íntima y personal de uno de los héroes más poderosos de la “casa de las ideas”, quien se entera de que está enfermo y debe enfrentarse a aquello que nunca temió: la muerte.

El duelo corresponde a aquella “intensa respuesta emocional al dolor de una pérdida. Es el reflejo de una conexión que se ha roto. Más aún, el duelo es un viaje emocional, espiritual y psicológico a la curación” (Kübler-Ross et al., 2016). En este sentido, recorreremos la novela gráfica para acompañar al Capitán Marvel en el proceso de aceptación de su propia mortalidad, y también a sus amigos y familiares que deben procesar, cada uno a su manera, que un ser querido fallecerá.
No todos los superhéroes viven para siempre
Sentado en su nave espacial y mirando hacia las estrellas, el héroe graba una autobiografía para la posteridad. Lo hace porque sospecha que algo no está bien. Recorremos parte de su vida, lo vemos dejar su planeta natal como capitán y conquistador del imperio alienígena Kree con la misión de esclavizar a la población terrestre. Sin embargo, al conocer más a los habitantes de la Tierra, y tras una emboscada de su propia gente en la que pierde a su enamorada, la oficial Una, decide desertar de su misión y defender nuestro mundo de su imperio natal. De esta manera, deja atrás su nombre original, Mar-Vell, para ser conocido como el Capitán Marvel, protector cósmico de la Tierra.

El relato del protagonista es interrumpido por su llegada al planeta donde se esconde un grupo de adoradores de Thanos, quienes resguardan el cuerpo petrificado del Titán Loco, su más grande enemigo. Tras la lucha, el héroe se desploma. Pero no por una herida de batalla, sino por los primeros síntomas de su aflicción. Mentor, amigo de Marvel y padre de Thanos, tras unas pruebas confirma que se trata de una terrible enfermedad: algunos la llaman “ruina interna”, otros “muerte negra” y los habitantes terrestres… cáncer.

Al corroborar sus sospechas, el protector cósmico se mantiene estoico y acepta que su muerte se acerca. Podríamos pensar que su recelo sobre la enfermedad lo preparó para recibir la dura noticia. Desde la perspectiva de la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross (2016), “experimentamos un duelo anticipatorio más profundo cuando una persona a la que queremos (o nosotros mismos) padece una enfermedad terminal. En nuestra mente, el duelo anticipatorio es “el principio del fin” (p.18). Esto lleva a Mar-Vell a transmitir la noticia a sus seres queridos y, al mismo tiempo, se inicia un proceso en el que se verá afectado física y emocionalmente.

Más adelante, el Capitán continúa con el relato de su biografía y cuenta las circunstancias en las que conoció a Elysius, su gran amor. Enemigos en un primer momento, terminarían compartiendo ideales luchando lado a lado. El amor mutuo los hizo felices; llegaron a vivir en Titán, la luna de Saturno, un lugar al que llamaron hogar y donde establecerían una familia. Pero se lamenta: “Todos nuestros planes no son más que sueños pasados y nuestros hijos ya no nacerán. La muerte ha llamado a mi puerta y ni siquiera todo mi poder puede mantenerla afuera”. El superhéroe explora todo lo que podría haber hecho y lo que no podrá ser. La trágica realidad es que morirá.

“Dolor… dolor abrumador… quema, desgarra, sacude, doblega… y mata”. Así narra el Capitán Marvel los efectos de la enfermedad. Lleno de ira, descarga su frustración rompiendo la máquina en la que graba sus memorias. Sin su traje, lo vemos más vulnerable que nunca. Sus enemigos jamás pudieron derrotarlo. Siempre vencedor, siempre sobreviviente, ahora es su propio cuerpo el que se vuelve contra él. Nos enteramos de que la fuente de sus propios poderes, los brazaletes que reciben energía de la Zona Negativa, impide que los tratamientos contra el cáncer surtan efecto. Nunca pensó que esto le ocurriría, y así como a los héroes que no se les permite morir, él creía que viviría eternamente. Le cuesta aceptar que el mundo seguirá girando sin él, y eso hiere su orgullo.

A medida que avanza su malestar, Mar-Vell recibe la visita de sus amigos y familiares, e incluso de viejos enemigos que le rinden homenaje por su valentía. Así es como, antes de que los ojos del Capitán se cierren para siempre, somos testigos de una bella metáfora sobre el inicio de un camino más allá de la muerte.
Thanos lo visita en su lecho. El guerrero Kree, sorprendido por la inesperada visita, se levanta revitalizado y viste su traje, listo para la batalla. Esta es una lucha simbólica del camino que se debe recorrer para llegar a un nuevo comienzo. “La muerte puede verse como una transición hacia un estado superior de conciencia en el que seguimos percibiendo, entendiendo y creciendo”, escribe Kübler-Ross. “Lo único que perdemos es algo que ya no volveremos a necesitar nunca más: el cuerpo físico. Sería algo así como quitarse el abrigo de invierno cuando llega la primavera”. Finalmente, lo vemos tomar la mano de la muerte, aceptando que ha llegado su momento para emprender el camino que no tiene fin, sino solo principio.

El Capitán Marvel ha muerto y hemos recorrido junto a él un proceso largo y doloroso donde ha explorado distintos aspectos de su vida: sus éxitos, sus fracasos y aquellos sueños que ya no podrán ser. Lo hemos visto en la cúspide de su grandeza, así como despojado de sus poderes y vulnerable ante la cercanía de la muerte. Nos ha mostrado su ira, frustración, dolor, pena y aceptación. Aún así, sabemos que todas las etapas por las que pasó le permitieron reflexionar sobre su historia, sus acciones, la forma en la que ha afectado a (y fue afectado por) otros y, por supuesto, el sentido de la vida y de la muerte.

La muerte nos afecta de formas diferentes
Elysius descansa en los jardines reales de Titán, el hogar que comparte con su querido Mar-Vell. La paz que la rodea se ve perturbada por el propio Capitán, quien se acerca caminando para contarle la noticia de su enfermedad. Sorprendida, la vemos sumirse en sus pensamientos, y sabiendo que es poco lo que puede hacer, la pena la inunda mientras una lágrima recorre la curva de su mejilla.
Abrazados, ambos enamorados comparten el dolor de una vida sin el otro, de un futuro que inevitablemente terminará por separarlos. Es una escena libre de diálogos que, probablemente, sea la más íntima de esta historia, y son sus atributos gráfico-narrativos la piedra angular de la “sensación intimista” que nos trasmite. Más adelante, entenderemos los sentimientos encontrados que le provoca este proceso a Elysius: temía que su amado muriera solo y de forma violenta en algún lugar del espacio, y encuentra consuelo en el hecho de que, al menos, podrá estar con él hasta el final.

Rick Jones es uno de los personajes más cercanos al Capitán Marvel. Es un joven terrestre que fue por mucho tiempo el alter ego de Mar-Vell. Al enterarse del fatídico futuro que acecha a su amigo, reacciona furioso, frustrado por la falta de posibilidades de que su mentor pueda salvarse. Rick le recuerda al Capitán sus hazañas imposibles, sus victorias, sus poderes, su ascendencia de guerrero Kree y las aventuras que compartieron juntos. Nos ponemos en su lugar: ha perdido a su padre y ahora lo perderá a él. No puede aceptar que no exista esperanza. Posteriormente, rompe en llanto junto al lecho de su amigo, quien muestra un aspecto deteriorado en sus últimos momentos de vida.

Peter Parker, al igual que los héroes que han luchado al lado del Capitán, lo visita en Titán. Allí se encuentra con un debilitado Mar-Vell. Afectado profundamente y sin saber qué hacer, busca salir de la habitación. Intentan detenerlo. Sin embargo, el Capitán Marvel pide que lo dejen ir, diciendo: “La muerte nos afecta de formas diferentes. Algunos apenas sienten su paso. Otros se la encuentran de frente”. Spiderman halla consuelo en otros superhéroes, quienes le hacen entender que no está solo y que a todos les ha costado aceptar que perderán a un gran amigo.

Dolor profundo, rabia a flor de piel, aturdimiento y confusión. Cada uno de los seres queridos que acompañan al Capitán vive el proceso de forma distinta, y por tanto sus duelos difieren. ¿Podríamos criticar a Elysius, Rick o Peter por cómo se sienten? Cada uno vive su propio proceso, como plantea Küber Ross (2016): “La realidad es que estarás siempre en duelo. No “superarás” la muerte de un ser querido, pero aprenderás a vivir con ella. Te curarás, y te reharás alrededor de la pérdida que has sufrido. Te sentirás pleno de nuevo, pero nunca volverás a ser el mismo. No serás el mismo, pero tampoco querrás serlo” (p. 234).

El camino que todos debemos recorrer
Hemos querido visitar La muerte del Capitán Marvel por su tema central, el duelo. Este proceso es más relevante que nunca dado el contexto mundial de la pandemia y, además, es una posibilidad de ampliar nuestras nociones sobre la materia. “El camino que todos debemos recorrer” no solo hace referencia a nuestra propia mortalidad, sino también a entender que la pérdida es parte de la vida, y que el proceso sanador del duelo es profundamente significativo.
En este sentido, su importancia radica en que, “primero, los que saben llorar bien, viven bien. Segundo, y más importante, el duelo es el proceso de curación de corazón, alma y mente; es el camino que nos devuelve a nuestro ser completo. No es cuestión de si vas a pasar el duelo, sino de cuándo vas a pasarlo” (Kübler-Ross et al., 2016, p233). Con esto, entendemos que es un proceso positivo para nosotros, incluso cuando nos sentimos abrumados por el dolor de la pérdida. Es un canalizador y sanador de nuestra propia psique.
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Cuando los personajes son traídos de vuelta a la vida, se diluye la consistencia de un mundo coherente consigo mismo y se lleva al lector a creer que la pérdida y el duelo son ajenos a los superhéroes. Se transforma en un mundo (de hecho) ficticio, donde se pierde poco a poco el vínculo emocional con los personajes. La muerte del Capitán Marvel permite que la relación con estas historias realmente nos importe. Cada relectura nos sigue impactando, pues sabemos que, al cerrar esta obra, el héroe estará irremediablemente muerto.
Finalmente, nos gustaría dedicar unas palabras al autor de la obra, Jim Starlin, quien tomó una valiente decisión cuando se le pidió que pusiera fin a la vida del Capitán Marvel. Podría haber creado una historia que concluyera con una batalla épica o una explosión galáctica, pero finaliza con una metáfora de la existencia más allá de la vida. Eligió el camino más difícil de recorrer, donde los personajes reaccionan ante el proceso que vive Mar-Vell y transmiten lo que les sucede.
Este cómic se siente muy real, dado que está basado en la experiencia del propio Starlin con el proceso de la enfermedad de su padre, quien falleció de cáncer un año antes de la publicación de esta novela gráfica. Sin duda, dejó una parte de sí en cada página y logró una historia extraordinariamente humana.

Sobre el autor:
Jim Starlin (1949) es dibujante y guionista de cómics. Participó en series como Spiderman, Iron Man y Silver Surfer. En sus años en Marvel redefinió la figura de Thanos, el Titán Loco. También trabajó para DC en Batman y participó en la saga “Una muerte en la familia”. Una vez de regreso en “la casa de las ideas” participó en la denominada “Saga del infinito”, que sirvió como base para una parte del universo cinematográfico de Marvel.
Bibliografía:
Adichie, N. C. (2021). Sobre el duelo. Literatura Random House.
Bayés, R. (1998). Psicología del sufrimiento y de la muerte. 8908-14261-1-PB.
Kübler-Ross, E.; Kessler, D. (2016). Sobre el duelo y el dolor. Luciérnaga CAS.
Starlin, J. (2018). La muerte del Capitán Marvel. Panini Cómics.

(*) Psicólogo y Bachiller en Humanidades (UAH). Desde joven ha estado interesado en el arte, la filosofía y la historia. Comparte con su hermano el gusto por los cómics.
(**) Licenciado en Teoría e Historia del Arte y Bachiller en Humanidades (UAH). El mundo de los cómics ha formado parte de su vida desde pequeño. Comparte con su hermano el gusto por este arte.